A primera luz, Cuentos de vapor y niebla puede presentarse como una obra extraña y desconcertante. Su naturaleza mestiza y fragmentada proyecta una miríada de realidades que hacen por desafiar la unidad formal del conjunto. Si bien los relatos aquí presentes podrían dividirse en dos grupos, siendo de corte terrenal y costumbrista unos y de índole especulativa y fantástica otros, todos nacen con la misma intención. En ellos se exploran con ojos curiosos las diferentes aflicciones y pesares que hacen por herir y limitar nuestro sentir, aquellos rotos remiendos que ensombrecen y opacan nuestra capacidad de amor y empatía. La mayoría de los personajes se encuentran encerrados en jaulas de su propia creación, producto de su soledad y autocomplacencia. Solo mediante la renuncia del yo serán capaces de reconocer sus anhelos de cariño y comprensión, y emprenderán el ineludible camino hacia el cambio. No todos lo consiguen y terminan consumidos por su propia mezquindad. En su errar, sin embargo, siempre habrá posibilidades de redención aunque eso sea asunto de otras historias. Si se ha de buscar una moraleja en este montón de retales destartalados, sería que el cambio y la sanación están al alcance de todos nosotros

Richard E. Schneider de la Torre nace un 11 de septiembre en Madrid. Sus padres eran culo de mal asiento y los primeros seis años de su vida los pasa entre Polonia, Rusia y República Checa. Una vez concluida su aventura eslava, su madre decide que es hora de volver a la tierra que la vio crecer en busca de los últimos coletazos del milagro español. Su padre —polaco, punki y pendenciero— no está muy por la labor, pero finalmente claudica y, como buenos guiris, se van a vivir a Marbella. Tras cinco años observando la decadente opulencia de la ciudad desde la más abyecta pobreza, deciden mudarse a Extremadura buscando el solaz de una vida más sencilla. Será esta tierra, particularmente la región de las Hurdes y el valle del Jerte, la que el autor guarde con más cariño en el corazón y la que le servirá como marco para una gran parte de sus historias. A los dieciocho años se va a Salamanca, donde estudia Filología Inglesa y un máster de estudios ingleses avanzados con vistas a una carrera en el mundo académico. Estas pretensiones se ven truncadas por una crisis nerviosa —pues el autor padece de trastorno obsesivo compulsivo desde los catorce años— que lo lleva a concluir esa etapa de su vida. Actualmente se encuentra viviendo en Granada, donde es profesor de Lengua y Literatura Inglesa y escritor.