LA LECHERA DE BURDEOS

Francisco de Goya se retira a Cádiz, acogido en casa de su amigo Sebastián Martínez, y a donde acude Arrieta para tratarlo de cefaleas y problemas de audición que lo atormentan. Restablecido en parte, regresa a Madrid donde sigue siendo un testigo excepcional de la actualidad artística, política y social del momento.

El sentimiento liberal se abre paso con mucha dificultad en la capital. El rey Fernando VII sigue de cerca los acontecimientos y coloca en su punto de mira a los liberales. Su paleta no para de producir obras, especialmente retratos de la nobleza, de la monarquía y del pueblo llano. Un punto de inflexión es el encuentro con Magdalena, también aragonesa, y que junto a sus padres venden leche en la capital. Se sentirán atraídos el uno por el otro.

En la Alameda, residencia de los Osuna, cambiará la vida para los dos. Guerra de Independencia y necesaria separación. Años después volverá a producirse un encuentro entrañable a orillas del Garona…

 

JOSÉ Mª MARTÍN MARTÍN.

Natural de Coria donde nació el 18 de diciembre de 1964; es actualmente profesor de ESO en el Colegio Sagrado Corazón de Coria desde el año 1995. Ha publicado tres poemarios dedicados a la Virgen de Argeme de cuya cofradía ha sido Presidente-Mayordomo hasta este año 2023. Es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Extremadura, estudios que cursó entre 1982 y 1987.

EL AUTOR Y LA OBRA. Atraído por la pintura de Goya y por su trayectoria personal y artística. Francisco de Goya es, por su genio creador, un auténtico fetiche para él. Su mundo, su técnica, su incapacidad auditiva y su extraordinaria sensibilidad son inspiración única. La obra de “La lechera de Burdeos”, le llevó a imaginar una identidad para este personaje femenino, sin identidad, y poder novelar la historia de España de finales del siglo XVIII e inicios del XIX.

Cree que España está en deuda con los liberales que tuvieron que exiliarse a Francia, a causa de la presión que sobre ellos ejercía la monarquía absoluta de Fernando VII.

Se ha sentido siempre en deuda con los escritores de la generación del 98- Azorín, Unamuno, Baroja y Maeztu- y con el espíritu de regenerar el país desde la educación. Al mismo tiempo, valora sobremanera la obra de otro de los grandes, Galdós, en ese estilo de novelar la historia para acercarla al ciudadano de a pie. Es asiduo lector de Almudena Grandes, Pérez Reverte, Ruiz Zafón, entre otros.

Actualmente, es cronista oficial de la Ciudad de Coria, donde viene recogiendo en sus crónicas, más allá de hechos, los perfiles de aquellos personajes anónimos que destacan en diversos ámbitos sociales, culturales, deportivos y que conforman la intrahistoria local.

En su opinión esta novela corta es un escarceo por la biografía de un hombre emblemático, de carácter y con un don especial para moverse en todos los órdenes técnicos de la pintura.